Las peleas de los padres

The family's quarrelPocas cosas son más dolorosas y desconcertantes para un niño que ver pelear a sus padres. Cuando una niñita como Laura cuenta «anoche dormí mal y tuve mucha pena porque mis papas pelearon», uno se pregunta: ¿sabrán los padres el daño y el sufrimiento que les causan involuntariamente a sus hijos cuando los exponen a una situación angustiante y que no pueden evitar ni controlar?

Es un gesto de amor a los hijos ahorrarles el desagrado que es presenciar las peleas de sus padres. Por supuesto que todas las parejas pelean y es comprensible que a veces haya desacuerdos y que se sientan muy enojados, pero es necesario tener el suficiente autocontrol para evitar que la agresión se despliegue frente a los hijos. Sería un acto de negligencia paterna no plantearse los efectos que la agresión que el niño observa entre sus padres tiene para su desarrollo psicológico actual y para su salud mental futura. Un niño que ve pelear frecuentemente a sus padres en forma violenta no sólo tiene miedo y sufre, sino que se desconcierta. Si insisten tanto en que no pelee con sus hermanos y con sus compañeros, ¿por qué pelean ellos? Una consecuencia importante de las peleas es entonces que el niño perciba a sus padres como inconsecuentes; con ello pierden legitimidad para limitar las agresiones de sus hijos. Ellos se ven envueltos, además, en un conflicto de lealtades. ¿Quién tendrá la razón? ¿Será verdad que mi mamá es irresponsable con el dinero? ¿Será verdad que mi papá es un tacaño? Suponemos que si usted se da el tiempo para leer esta columna no está en el grupo de padres que intencionalmente involucran a su hijo en sus problemas buscando que se abanderen a su favor, inculpando al otro por diferentes cosas, con frases como:¿ves lo que hizo tu mamá o tu papá? Una actitud de esa naturaleza daña la imagen de ambos padres. José decía: «A veces odio a mi papá porque no es capaz de comprarme ni un par de calcetines, y otras veces odio a mi mamá cuando me lo recuerda».
Estos sentimientos de rabia son compartidos por todos los niños que han sido expuestos frecuentemente a las peleas de sus padres. Otro riesgo no menor es que los niños comienzan a aceptar que estas situaciones constituyen un tipo de relación normal de pareja. Así una niña puede interiorizar que la descalificación es una forma aceptable de tratar al marido y un hijo hombre puede creer que eso es lo normal en una relación de pareja. ¿Le gustaría que su hijo o hija se dejara tratar así por su pareja o que aprendiera a tratar de esa manera? Por supuesto que existe el derecho a estar en desacuerdo y a pelear, porque cuando nunca hay conflictos en una pareja significa que las necesidades de uno de los miembros están siendo silenciadas. Pero intente que sus hijos no sean testigos de lo peor de la relación entre sus padres, porque ellos no ven cuando se reconcilian, y se quedan con una imagen negativa que puede ser aterradora. Postergue la discusión de los temas conflictivos con su pareja para cuando puedan a solas conversar largo. ¿Qué les parece tomarse un café? Llegar a conclusiones con la cabeza fría predispone a escuchar y a resolver mejor los problemas de la ofuscación. Y si pelea en forma destructiva, pida ayuda, ya que las peleas no sólo pueden terminar destruyendo el amor entre ustedes sino también dañando a sus hijos.

Fuente: Libro Cuánto y Cómo los Quiero.
Ps. Neva Milicic

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