LA RESPONSABILIDAD

Una persona responsable es honesta: porque reconoce sus propias capacidades y debilidades. Es puntual, porque responde al momento acordado para algún encargo o compromiso. Es sincera, porque no endosa su responsabilidad a los demás.

En este sentido, al enseñar a los hijos a vivir el valor de la responsabilidad, hay que entender que éste tiene dos aspectos muy importantes que transmitir:
• No podemos comprometernos a lo que no somos capaces de hacer. Ni podemos pedirle a un niño ser responsable en algo que no le corresponde.
• Y cuando si podemos comprometernos, debemos ser capaces de responder a ese compromiso y asumir las consecuencias, previendo los resultados. Por eso son tan importantes los espacios de libertad gradual, para ensayo y error.

¿CÓMO SE ENSEÑA EL VALOR DE LA RESPONSABILIDAD?

A los niños pequeños:
El primer año de vida nuestros niños necesitan todo el cuidado y protección que podamos darle, además de establecer rutinas y hábitos que los hagan sentir seguros. Sin embargo, apenas comiencen a caminar, a comer solos, a decir sus primeras palabras, es importante evitar todas las ayudas innecesarias: dejarlos caminar aunque se caigan, comer solos aunque se ensucien, explorar con nosotros atrás a mediana distancia.
En esta etapa, a partir del primer año, nuestro modo de educar con intencionalidad nos lleva a permitirles ver de qué son capaces, para que así vayan adquiriendo una gradual autonomía. Especialmente en sus juegos, hay que darles mucho espacio: esto significa jugar con ellos pero sin manejar su juego y también dejarles jugar solos.
También, significa dejarlos probar gradualmente las consecuencias de sus actos, advirtiéndoles antes en un lenguaje cariñoso, firme, jamás agresivo, que ellos pueden comprender. Y si se equivocan ya sabiéndolo, deben afrontar los resultados de sus pequeñas equivocaciones como caerse, perder un juguete, etc…

A medida que crecen:
Es la etapa en que debemos evitar:

• La sobreprotección: De acuerdo a Diego Ibáñez, autor de libros como Educar con fundamento e Hijos felices, existe una tendencia de parte de algunos padres y muchas madres que los lleva a ser ellos los que asumen las consecuencias de los actos de sus hijos. ¿Cuántas veces se ha visto llegar a las mamás a la portería del colegio llevando las zapatillas o útiles que el hijo ha olvidado en casa?
• El abandono: A esta edad los niños necesitan un marco de hábitos para crecer sanos y seguros. Es acá donde mejor podemos explicar esa cara de la responsabilidad que señala que nadie puede comprometerse a lo que no puede hacer por sí mismo. No podemos pedirle a un niño pequeño que sea responsable en lo que no le corresponda: comer saludable, dormir lo suficiente, cuidar su aseo personal. Aún necesita mucha atención en estas áreas.
Así como tenemos que evitar esos dos vicios en la educación tenemos que implementar dos líneas de acción:
• Darles espacios de libertad condicionada a la respuesta, zonas de autonomía, que también podemos llamar pruebas o ensayos de libertad.
• Empezar a darle pequeños encargos en la casa, para que entiendan desde chicos que el funcionamiento del hogar es responsabilidad de todos, un proyecto común. Así cuando grandes no creerán que la casa es un asunto de la mamá.
¿Existen los niños excesivamente responsables, los llamados viejos chicos? ¡Sí! Y por cierto es un modelo que evitar explica Diego Ibáñez. “La excesiva responsabilidad está dada por la rigidez y falta de humor en su hogar; por el afán de perfeccionismo de sus padres”, explica Ibáñez. Estos niños, generalmente evitan el juego y tiende a concentrarse en los resultados de sus estudios. “En estos casos, corresponde a los padres rectificar sus actitudes educativas, ser más flexibles y restar importancia a los resultados”

En la pre adolescencia y adolescencia:
A esta edad el ejemplo de los padres es clave: nuestra coherencia es la mejor receta para enseñarles a ser responsables.
• Nuestra exigencia debe ir de la mano de la preocupación por ellos: si les pedimos que estudien y hagan sus tareas, debemos darles espacio y respetar sus tiempos.
• Padres perfeccionistas que les hacen las tareas a los hijos. Hay estudios internacionales que informan que el 25% de los padres les hacen la tarea a los hijos para que saquen buenas notas.
• Admitir las excusas de los hijos. Frente a cualquier amonestación de los profesores, los papás reaccionan como abogados litigantes sin permitir que sean sancionados o peor aún, haciendo propias las explicaciones de los adolescentes: “todos lo hicieron”.
• Ya entrada la adolescencia, los consejos de los orientadores son claros: es vital que los hijos sepan anticiparse, ver antes, las consecuencias de sus actos. Erradicar todo signo de impulsividad ayudándoles a pensar y evaluar para que logren decidir en consecuencia.
Aunque es importante que actúen responsablemente siguiendo una voz interior, también es

clave que conozcan las leyes y la respeten: cruzar las calles en zonas habilitadas, cuidar los espacios públicos, respetar horarios, conocer las normas de autocuidado en temas de alcohol y drogas.

Articulo Revista electrónica
María Ester Roblero

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