Sistema extranjero de salas por ramo se expande en colegios chilenos

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La escena del curso esperando en su sala al profesor está en extinción. Cada vez son más los establecimientos que han instaurado las salas especializadas, dotadas con equipamiento especial y hasta donde llegan los alumnos para cada clase. El sistema permite ahorrar tiempo en instalar los implementos y mejora la motivación de los alumnos.

Son las 8 de la mañana y los escolares se preparan para iniciar su jornada escolar en el Liceo Academia de Iquique, en esa ciudad. La imagen más bien se parece a la de una película de adolescentes norteamericanos que a la tradicional escena en una escuela chilena: los alumnos dejan su bolso en un casillero, para luego ingresar a la sala de Historia, equipada con globos terráqueos y enciclopedias. Cuando suena el timbre, abandonan la sala para dirigirse a la de Biología, lo mismo que en la hora de Matemáticas o Lenguaje.

El liceo nortino implementó el sistema este año para los alumnos de tercero básico a cuarto medio, después de una experiencia piloto el año pasado. No es el único. Varios colegios británicos, como el Mackay School, de Reñaca, tienen la modalidad desde hace ya algunos años, pero ahora la tendencia se comienza a generalizar entre otro tipo de establecimientos. Entre ellos, el San Esteban, de Antofagasta; San Lorenzo, de Copiapó; Aconcagua, de Quilpué; y Pumahue Peñalolén, de Santiago. Este es el primer colegio de la red de 11 establecimientos Pumahue-Manquecura en adoptar la metodología y se espera que el próximo año todos los establecimientos la hayan adoptado.

Todos operan bajo el mismo principio: salas especializadas reemplazan la tradicional sala de cada curso, donde los alumnos esperan el ingreso del profesor de cada ramo.

Los colegios coinciden en que los beneficios son varios. En un mismo lugar están todos los materiales especializados, además de conexión a internet o data show, lo que ahorra tiempo de organizar la clase; se mejora la disciplina y se favorece el aprendizaje, pues éste se desarrolla en un ambiente especializado.

“Si los alumnos están en una misma sala y con jornada completa, están todo el día encerrados. Con esto, cambian de hábitat y se motivan más”, dice Julio Díaz, director del Aconcagua, donde a partir de este año el sistema se masificó para todos los alumnos de octavo a cuarto medio.

“Si un alumno lleva una hora sentado en el mismo lugar, se cansa, necesita moverse. Así, con el sistema hemos logrado mejorar la disciplina”, agrega Isidoro Zambrano, director del colegio San Lorenzo.

Para este colegio esta alternativa ha sido clave. Además de tener un espacio único para cada ramo, las salas se mantienen ordenadas: un profesor se hace cargo de cada una, evitando que los alumnos ingresen a ella en el recreo.

No es el único beneficio. “Hemos roto con el sedentarismo habitual de los chicos. Muchos se quedaban en la sala acostados en los pupitres o sentados conversando, ahora están obligados a caminar”, agrega Yerka Trujillo, directora del Liceo Academia Iquique.

SÓLO PARA LOS GRANDES
La mayoría de los colegios ha puesto en marcha el sistema para los alumnos más grandes, mientras que los cursos iniciales permanecen con las salas tradicionales.

En el colegio Aconcagua, por ejemplo, los alumnos de primero a cuarto básico se trasladan sólo para matemáticas y lenguaje, a fin de evitar que circulen por los pasillos y se topen con los más grandes.

En el Mackay, sólo a partir de quinto básico, los alumnos se trasladan a alguna de las 30 salas especializadas, que están equipadas con pizarras interactivas. “Por un enfoque pedagógico, los más chicos tienen sólo un profesor que les enseña todos los ramos, por lo que necesitan tener una sala que los albergue”, dice Reinaldo Lefián, vicerrector del Mackay.

ACORTAN HORARIOS DE CLASES
“Los niños entre los seis y siete años se concentran unos 40 minutos, mientras que desde los 12 lo hacen por 60 minutos. Para todos, lo conveniente es tener 10 minutos de descanso después de ese período”, explica Natalia Salas, psicóloga del Centro de Desarrollo Cognitivo de la UDP.

Basados en esa premisa, el colegio San Lorenzo implantó un novedoso sistema: para algunos ramos, como Inglés, Religión y Música, los bloques de clases no superan los 45 minutos.

“La capacidad de atención de los niños era más débil cuando estaban en clases por más tiempo”, dice su rector, Isidoro Zambrano.

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