LA IMPORTANCIA DE LOS VÍNCULOS, EL DESARROLLO AFECTIVO EN LAS PRIMERAS EDADES

niños-y-su-familiaLas primeras edades en los niños tienen gran relevancia en la formación de la persona que llegarán a ser, ya que  poseen mayor plasticidad cerebral y por ello aprenden a una velocidad mayor que en los años  posteriores. Entregarles desde  temprana edad las herramientas para que se sientan queridos y acogidos es de vital importancia para un sano desarrollo emocional. Por Neva Milicic, psicóloga, magíster en Educación y autora de varios libros.

Los padres son las primeras figuras significativas que reconocen los niños y son los encargados de reforzar en ellos las experiencias emocionales positivas, ya que éstas permitirán en el futuro que desarrollen una personalidad más optimista y de buenas relaciones consigo mismo y los demás.

Neva Milicic señala  que la neurociencia ha aportado datos concretos en las últimas décadas sobre cómo se irrigan ciertas zonas cerebrales de un niño al sonreír o al enojarse, al estar feliz o al estar triste.

“Las experiencias emocionales positivas irrigan las zonas de las emociones positivas –alegría, optimismo, felicidad– lo que produce una mayor arquitectura cerebral en esa zona y, por lo tanto, los niños quedan más propensos a tener reacciones positivas y optimistas. Viceversa, cuando un niño recibe mucho castigo o reto y tiene muchas experiencias emocionales negativas, se activa la zona de las emociones negativas y se van produciendo sinapsis en esa zona”, afirma la especialista.

Neva ejemplifica con las teorías que sugieren “dejar llorar a los niños hasta que aprendan”, dichas acciones sólo generarán niños más agresivos, pesimistas o violentos. En cambio, serán positivos cuando se construyan mejores vínculos. Porque “el tema central del desarrollo afectivo es el establecimiento de vínculos consigo mismo, que van a tener que ver con la sensación de bienestar o malestar emocional”, destaca Para la profesional es muy importante llevarse bien consigo mismo, porque de todas las otras relaciones uno puede prescindir. Sin embargo, con uno mismo se lidiará toda la vida y las personas que no lo consiguen cometen en reiteradas ocasiones actos autodestructivos. Y este temperamento se moldea en estos primeros años de crecimiento; a través de la calidad de los vínculos que surgen del apego con figuras significativas, como padres, hermanos, abuelos y también  profesores. De ahí  el valor de contar con buenos jardines infantiles y colegios, porque  es aquí donde  los niños construyen vínculos, se sienten acogidos, recibidos y queridos.Para prestar una mayor orientación a los padres, Neva define las características que se desarrollan en la etapa preescolar:

Inicio del autoconcepto:Es la narrativa que uno se hace a sí mismo, sobre sí mismo y que se empieza a formar desde muy pequeño. Cuando los niños dicen, por ejemplo “yo soy lindo”, se refieren a  mucho más que la palabra en sí; quiere decir que es querido, bueno y cooperador, entre otras cosas. Y eso es parte de lo que alguien llegará a ser, pues existe una correlación entre la percepción de uno mismo y como uno es. El niño genera esta percepción sobre la base de lo que los otros “significativos” le dicen y muchas veces los adultos tienden a depositar más intensidad emocional a las cosas negativas que a las positivas. Y esas palabras se graban en la memoria emocional del niño a una edad en que no se puede defender, porque no tienen paradigmas conceptuales para hacerlo y porque, además,  se encuentra en una situación jerárquica de inferioridad.Por todos estos motivos, padres y educadores  deben ser cuidadosos, porque son como “la arcilla al alfarero”, son quienes arman el autoconcepto del niño.

Fuerte necesidad de vinculación: Ningún mamífero puede vivir sus primeros años sin ayuda de otro; sin embargo, el hombre es el ser vivo con el período de maduración más largo y que necesita  constantemente  que haya un adulto que esté cerca y disponible para él. Algunos identifican este concepto como atención plena, que es la sensación de estar ahí por completo para el niño porque él necesita percibir ello y desde eso producir vínculos emocionales seguros.

Comienza a reconocer emociones en sí mismo: Acá los niños comienzan a tomar cierta conciencia, y el reconocimiento de las emociones es muy importante en el desarrollo, lo que algunos definen como la alfabetización emocional. Por ejemplo, existen emociones primarias, como la pena, alegría, rabia o miedo y otras emociones autoconscientes, como vergüenza, culpa y orgullo, en esta edad ellos ya comienzan a identificarlas y sentirlas. Es muy relevante legitimar las emociones y no suprimirlas sólo por ser negativas. Si un niño tiene pena, hay que dejar que la desarrolle y supere la situación que la origina.

Se conecta con las emociones de los otros: Ya en la edad  preescolar los niños comienzan a entender el efecto de las palabras en las emociones de otros, pues son muy capaces de tener más expresión emocional de lo que se cree, porque se vinculan  empáticamente con sus pares y los demás.

La empatía y la autorregulación son los conceptos básicos de la inteligencia emocional.

Predomina la impulsividad: Son muy impulsivos en esta etapa todavía,  ya que no han desarrollado aún el pensamiento reflexivo, que es el que genera el autocuidado, y por eso deben estar bajo la mirada atenta, cuidadosa y protectora de un adulto. Además, en esta etapa predomina la inclusividad y entiende todas las consecuencias de sus actos;  mientras sea así,  la tarea de cuidarlos es de los adultos, que deben darles un lugar protegido y utilizar el lenguaje apropiado para guiarlos.

Egocentrismo marcado (mío y yo): Es normal que las primeras cosas que descubren sean el mío o el yo. Es una característica del desarrollo y hay que enseñarles a compartir, hay que ayudarlos a tomar la perspectiva del otro para reforzar la empatía.

Aprendizaje por imitación: Si han vivido en un ambiente en que la gente es capaz de tomar la perspectiva del otro o es capaz de escuchar, el niño va a aprender esas conductas, porque ellos siguen los modelos de sus “significativos”. Por el contrario, si en el hogar no existen buenas prácticas o comportamientos, los niños adquirirán eso.

Ps. Neva Milicic

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