El manejo de los conflictos

mediacion_conflictos-1024x796“Si a pesar de lo compleja que pueda ser la situación los padres le transmiten que es posible mantener la calma, conectarse con lo que le pasa al otro, estarán moldeando en los niños una forma razonable de buscar soluciones…”
Cuando enfrentamos un conflicto con los niños estamos probablemente intentando resolver algún problema concreto, pero además, quizás, nos gustaría enseñar un poco de disciplina, lo que sin duda es positivo, siempre y cuando se haga en forma apropiada. Hay dos factores importantes que con frecuencia se nos olvidan: en toda situación difícil se está modelando un modo de resolver conflictos y además, por las conexiones cerebrales que se activan, se está construyendo el cerebro de los niños. Como plantean Siegel y Payne en su libro “Disciplina sin lágrimas”, quizás la actitud más adecuada sea buscar establecer primero una conexión afectiva. Textualmente sostienen: “Hemos dicho que la conexión desactiva el conflicto, construye el cerebro del niño y fortalece la relación entre padres e hijos”. Los autores consideran legítima las dudas de si eso puede ayudar a cambiar la situación que genera el conflicto, lo que por supuesto es válido plantearse.

Veamos qué es lo que se produce al conectarse en forma empática. Primero que todo, el niño se siente visto y acogido en sus emociones y ello, por lo tanto, tiende a producir en él un cambio hacia una actitud más positiva. El cerebro del niño que se siente conectado con sus padres cambia a un modo de funcionamiento más reflexivo, porque sentirse conectado con alguien significativo le induce calma. Un niño que se siente acogido en una situación concreta pasa de una actitud reactiva a una actitud más receptiva.

Las interacciones con los hijos, incluso aquellas difíciles, constituyen una oportunidad para potenciar su capacidad de ser una buena persona. Si a pesar de lo compleja que pueda ser la situación los padres le transmiten que es posible mantener la calma, conectarse con lo que le pasa al otro, estarán moldeando en los niños una forma razonable de buscar soluciones.

Cuando Marcela de 13 años está muy angustiada porque no tiene el libro que debería leer y enfrenta a su madre hecha un mar de lágrimas, aterrorizada por la reacción que ella podría tener y agobiada por las dificultades, ella activa las estructuras cerebrales inferiores con lo que se desregula y le va a costar más encontrar una solución al conflicto. Afortunadamente, su madre reacciona adecuadamente y haciendo uso de sus mecanismos de autocontrol, en vez de retarla como hubiera deseado por su falta de responsabilidad, mantiene la serenidad. Desde una posición tranquila la consuela y cuando ha logrado una conexión positiva con ella, empiezan a buscar soluciones (desde conseguirlo con un compañero hasta comprarlo para leerlo en formato digital). En ese momento, cuando está calmada, Marcela está en condiciones de enfrentar el problema usando las funciones cerebrales superiores.

Escuela para padres
El Mercurio

1 comentario

  • Muy interesante el artículo y la posibilidad que tenemos los padres de acercarnos a temas de interés pero una mirada psicológica.
    Me gustaría leer artículos sobre los cambios de niñez a preadolescencia, especialmente en niñas.
    Muchas gracias.

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