¿Apoyas a tu hijo en su decisión vocacional?

La mayoría de adolescentes que cursan los últimos años de secundaria, época en la que tienen que decidir una de las decisiones más importantes de su vida para su futuro profesional, se ven presionados por la cantidad de mensajes que reciben, como “elije lo que te dé dinero”, “anda por lo fácil” u otros que se orientan por el lado de “decide lo que tus padres quieren”. Sin embargo, son pocos los que invitan al joven a mirar dentro de él para  buscar qué es realmente lo que desea.

Y cuando digo “desea” no me refiero a la posición fácil de “me gusta” y ya, sino a la posibilidad de que el joven entienda, abrace y sostenga su deseo en el mundo y que lo haga a través de esta elección: su vocación.

¿Qué significa escoger una carrera? ¡Enamorarse! Y es que es una elección que nos acompañará si no toda la vida, al menos sí muchos años. Esto implica por lo menos un deseo, un bienestar y una necesidad de conocer.

La profesión elegida debería gustarle al adolescente y apasionarlo. Él debe conocer cuáles son sus bondades y sus lados negativos pues ese saber lo tendrá presente todo el día. Se establecerá una relación económica y de afectos con su profesión.

Nosotros los padres no podemos decirle de quién se enamorará, solo podemos dar nuestra opinión pero nada más.

Es importante saber y poder respetar su deseo. Ese deseo no solo representa lo que nuestro hijo quiere sino aquello que mueve su vida, y tiene que diferenciarse del nuestro.

Los padres no debemos proyectar en nuestro hijo nuestras propias frustraciones. El ‘yo siempre quise ser…’ es una de las más peligrosas herramientas de presión. Es fundamental que en la familia, desde muy pequeños, se respeten los gustos y decisiones de los niños, para que puedan identificar aquello que realmente les gusta, y no terminen estudiando algo por cumplir las expectativas de sus padres.