Disciplina, un tema difícil
Analizar el complejo tema de la disciplina en la familia desde todas sus aristas por supuesto que no es posible y supondría casi un tratado. Pero hay algunos conceptos que podrían facilitar la búsqueda de consensos entre los padres en este crucial punto para la convivencia familiar y para el desarrollo de los niños.
La disciplina se expresa en la capacidad de los padres para poner límites a los niños, facilitando la internalización de las normas y los valores que los sustentan. Probablemente el tema de la disciplina es uno de los que más discusiones y tensiones generan al interior de la familia. La diferente socialización que tuvieron en la infancia cada uno de los padres hace prácticamente imposible llegar a un acuerdo de un ciento por ciento acerca de cómo ejercer la disciplina. Sin embargo, tiene que haber un acuerdo en los valores básicos y en tener una actitud respetuosa, intentando no deslegitimar la autoridad del otro y validarla cuando sea posible. La excepción a este principio es la presencia de maltrato o violencia hacia los hijos. Existe una tendencia a repetir los estilos de la familia de origen en relación a la disciplina, incluso en personas bastante críticas acerca de la forma en que ella les fue impuesta en la infancia. Muchos padres reconocen con vergüenza haber gritado a sus hijos de la misma manera que sus padres lo hacían con ellos, aunque se habían jurado a sí mismos no actuar así. Una mamá contaba su desesperación de no poder librarse de un modelo familiar que le cargaba, diciendo: «A veces reconozco hasta el tono de voz de mi mamá, que era muy desagradable cuando me retaba, cuando les llamo la atención a mis hijos».
Las personas autoritarias tienen un concepto de la disciplina muy rígido y se centran en poner normas sin dar explicaciones sobre el sentido de ellas. Por el contrario, las personas permisivas tienen mucha dificultad en poner normas y hacerlas cumplir. Si uno de los padres en la familia es muy autoritario y el otro muy permisivo, lo más probable es que haya conflicto. O si ambos fueran muy autoritarios, probablemente el niño podría ser muy sumiso y estar muy aplastado por una disciplina demasiado exigente. Es indispensable tomar la perspectiva del niño al ponerse de acuerdo; los castigos son sentidos por ellos muchas veces como una venganza o un desahogo por parte de los padres y no como una actitud educativa. No es bueno que un padre tome el rol castigador y sea un ogro para el hijo y el otro personifique la bondad. Los acuerdos entre los padres en relación a la disciplina es aconsejable tomarlos con la cabeza fría, ya que la rabia es mala consejera. Las peleas hacen sentir a los niños culpables, especialmente si ellos creen ser la causa de ellas, angustiándolos enormemente. Se sabe bien que las discusiones sobre los hijos muchas veces son el pretexto para pelear por una mala relación de pareja, y es injusto hacerlos sentirse culpables. Una disciplina positiva pasa por una búsqueda de acuerdos entre las personas que más quieren a los niños, sus padres.
Fuente: Libro Cuánto y Cómo los Quiero.
Ps. Neva Milicic