Enseñar a los niños a defenderse del abuso sexual

con-gafas_articleEl abuso es de una alta tasa de ocurrencia. Las estadísticas informan que uno de cada diez niños ha sido víctima.   Para protegerlos, es necesario estar alerta y educarlos, ya que cuando ellos están suficientemente informados, se pueden proteger mejor.  Cuando un niño puede decir “no me gusta que me toquen mis partes privadas”, es porque ha conversado del tema con los adultos que lo tiene a su cuidado.    Está más protegido que un niño al que no se le ha hablado sobre sexualidad.   La mayoría de las veces, el abuso es un proceso que es preparado cuidadosamente por el abusador, quien busca confianza y el cariño del niño, a través de regalos, golosinas y juegos.  Es la puesta en marcha de un proceso de seducción fríamente calculado.

Cuando  el  abusador  ha  logrado  seducir  al  niño,  comienza  la  etapa  de  comportamientos  sexuales propiamente dichos.   Mientras esto sucede, el abusador exige de diferentes maneras al niño que mantenga el secreto con diversas estrategias; las más frecuentes son las amenazas y la búsqueda de complicidad.   Es necesario  alertar a  los  hijos  sobre  las  personas  que  los  inducen  a  tener  secretos,  con  advertencias  como:

“Hay  algunas  personas  que  les  gusta  engañar a  los  niños  y  que  los  invitan a  hacer  cosas  con  sus  partes privadas, diciéndoles que hay que guardar el secreto.  No debes hacerle caso y tienes que contarme en forma inmediata, aunque él te amenace, yo sabré protegerte, no hagas caso de sus amenazas”.

Si la familia y el colegio dan educación sexual y advierten al niño que sus parttes privadas no pueden ser tocadas sin su consentimiento, habrán dado un paso importante hacia la protección frente al abuso sexual.

Cuando  hay  cercanía afectiva  y  los  niños  tienen  espacio  para  conversar,  estarán  más  protegidos  de  los abusadores.   Habitualmente, cuando los niños están siendo víctimas de abuso, tienen cambios importantes de conducta con señales que deben ser atendidas, como llanto frecuente, alteraciones del sueño, miedos que antes  no  tenían  y,  con  frecuencia,  están  erotizados  presentando  conductas  masturbadoras  o  agrediendo sexualmente a otros niños.   Conversar francamente con los hijos sobre sexualidad y sobre el derecho que tienen sobre su cuerpo, enfatizando que si alguien los molesta o quiere tocarlos de una manera que no les gusta, tienen que contarles de inmediato a los padres, haciendo caso omiso de las amenazas, todo lo cual constituye un mecanismo protector indispensable y eficaz.

Fuente: “Revista Ya” El Mercurio

Psicóloga Neva Milicic

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