Resiliencia psicológica y autorregulación emocional de nuestros alumnos. “Podemos tener miedo, pero no pánico”.
Después de vivir una seguidilla de acontecimientos relacionados con desastres naturales y, específicamente, el terremoto del miércoles 16 de septiembre, me he dado la oportunidad de mirarnos como institución educativa y con mucha seguridad puedo decir que hoy siento (y sentimos) un gran orgullo por nuestros alumnos y alumnas; por tanto, debo destacar la capacidad que han tenido para revertir con éxito, tranquilidad, serenidad, valor, solidaridad y compañerismo, cada uno de los eventos sísmicos que hemos vivido colectivamente.
He sido testigo directa de la autorregulación emocional y colectiva en nuestros alumnos, ya sea ante la experiencia de situaciones límite, de aquellas marcadas por el pánico o de contexto fatalista. No puedo dejar de mencionar que la disciplina social que poseen, es producto de nuestra bibliografía colectiva que trae un sustrato que se llama “paciencia”.
Como institución estamos tranquilos y muy contentos del trabajo realizado, en pro de educar a nuestros niños, profesores y comunidad educativa, en todo lo que refiere al autocuidado… la individualidad perdió sentido frente a lo colectivo… tenemos un sustrato de trascendencia, por lo tanto podemos tener miedo, pero no pánico!!!
Se destaca la actuación de emergencia de cada uno de los alumnos y alumnas, desde el play group al cuarto año medio: se establecieron cadenas de ayuda, no existió la emotividad ni el desenfreno.
Si bien, continuamente, escuchamos que vivimos en un país sísmico, no puedo dejar de señalar que cuando sentimos que la vida nos golpea, podemos conocer una vulnerabilidad antes no percibida, especialmente en las catástrofes o eventos particulares -como la muerte o enfermedad-; es ahí descubrimos que no tenemos todo bajo control y es ése el momento con el que contamos, para superar la situación vivida y hacer aflorar tanto nuestras fortalezas como debilidades internas y externas.
Por todo ello, quiero resaltar la resiliencia como aquella luz ante la cual podemos entender los procesos que viven las personas ante situaciones adversas. Deseo que tengamos un cambio de
mirada hacia las fortalezas humanas, esto rompe estigmas y determinismos, nos acerca al hecho de que las personas, poseemos una gran capacidad para generar adaptaciones “positivas ante las dificultades”; y además, es esclarecedora, porque nos alerta acerca de la importancia de las relaciones interpersonales, para generar procesos resilientes.
María Angélica Araya G.
Psicóloga
Colegio Aconcagua