A tener amigos también se aprende
“Para un niño, tener un grado de valoración social positiva por su grupo curso es importante para sentirse perteneciente, lo que es esencial para la construcción de su autoestima social y de su identidad…”
Tener un amigo, a cualquier edad, es una experiencia emocional enriquecedora para ambas partes. Los amigos segurizan, su compañía brindan bienestar y contención emocional, acompañan en los momentos de crisis y en las aventuras, y muestran mundos. En investigaciones en adultos, tener una red positiva de amigos se ha asociado a mejores indicadores en el área de la salud: mayor sobrevida, menos enfermedades, y mayor capacidad de recuperación.
La contención emocional que dan los amigos es de tal significación que resulta difícil de explicar. A un amigo no es necesario darle muchas explicaciones de lo que nos sucede y de cómo nos impacta porque, al haber vivido muchas experiencias en forma conjunta o haber sido testigos de eventos significativos, están cercanos y pueden ser más empáticos que alguien a quien recién conocemos.
La importancia de los vínculos entre los niños hace que los padres se preocupen, y con razón, de que sus hijos tengan amigos y socialicen en forma apropiada. Los amigos favorecen las experiencias de participación y son una enorme fuente de apoyo para la articulación con el contexto social. Para un niño, tener un grado de valoración social positiva por su grupo curso es importante para sentirse perteneciente, lo que es esencial para la construcción de su autoestima social y de su identidad.
La influencia de los amigos en la configuración de la personalidad es fácil de observar en todas las edades, pero se hace más evidente en la adolescencia, cuando los grupos de amigos o amigas se van pareciendo más en sus intereses y formas de actuar. Disminuir la presión por la competencia y poner más atención a la capacidad de generar vínculos es quizás más importante que lograr más décimas en el rendimiento académico. Tras la clásica pregunta “¿Y cómo le fue a tu amigo?”, cuando un niño o niña informa de una nota, subyace un enfoque competitivo. Los niños muy competitivos con dificultad logran hacerse de amigos y más difícilmente los mantienen.
Un niño sin amigos está solo, se siente triste y está más expuesto a ser víctima de hostigamiento, ya que los niños que hostigan prefieren agredir a quienes se encuentran aislados y no cuentan con el escudo protector de un grupo de pares bien afiatado. De hecho, lo que más teme un niño que entra a un colegio nuevo es, al no tener amigos, ser más vulnerable a la agresión. Julieta, una niña de 11 años, asistía a una terapia de grupo por su dificultad para tener amigos y su tendencia a descalificar a los demás. Ella ahí comentó: “Me di cuenta de que las críticas que les hacía a mis compañeros me alejaban, y que mi espíritu competitivo provocaba que no me invitaran a los panoramas”. Es conveniente generar espacios en que pueda haber, en un contexto de intimidad, acercamiento emocional entre los niños. Esto es básico para que la amistad se desarrolle. Buscar que los niños y niñas tengan experiencias emocionales positivas compartidas con amigos favorece la creación de lazos de amistad, así como el ser cooperativo y estimulante con los otros crear vínculos positivos.