Gestión Emocional

inteligencia+emocional+madrid“El primer paso es que los niños se sientan escuchados y validados en lo que sienten, y percibir que los adultos confían en su capacidad de autorregularse…”
Aprender a gestionar adecuadamente las emociones ayuda a tener una buena calidad de vida. Los elementos centrales para una buena gestión emocional son el reconocimiento de las emociones en sí mismo y en los otros, la percepción que se tiene acerca de su intensidad y la capacidad para autorregular su expresión. Cuando ello se logra, las conductas que se derivan de las emociones resultan adaptativas y no generan problemas de convivencia.

Es normal que un niño se enoje frente al “no” de un adulto, pero sería desproporcionado que por ello rompiera algo que le importa o que frente a una diferencia de opinión con un compañero recurriera a la violencia física.

En las emociones negativas, sean estas de intensidad leve, mediana o alta- es cuando la gestión emocional resulta más compleja para los niños. Los padres juegan un rol central ya que, además de ser el modelo más importante para los niños, son un factor de contención. A través de mecanismos simples es posible ayudar a los hijos a comprender lo que les sucede y a comprender cómo podrían regular sus expresiones emocionales, y cuáles podrían ser las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, ayudarlos a pensar, en un ánimo positivo y no inculpatorio, con preguntas tan simples como: ¿por qué crees que te sientes así?, ¿qué podrías hacer para sentirte mejor?, ¿qué consecuencias podría traerte el actuar de otra manera? 

A través de los procesos de reflexión, opera un mecanismo de contención. Desde allí es probable que retome el control y busque soluciones a las situaciones que le provocan descontrol. La búsqueda de soluciones le permite ir aprendiendo a regular sus emociones con cierta autonomía. Los patrones de repetición reflexiva en la elaboración de las emociones van ayudando a gestionar las emociones negativas, más que los largos discursos de los padres. El primer paso en este proceso es que los niños se sientan escuchados y validados en lo que sienten, y que logren percibir que los adultos confían en su capacidad de autor regularse, logrando un cierto grado de control sobre sí mismos.

Si por alguna razón no están las condiciones o usted no cuenta con el tiempo para escucharlos, explíqueles las causas y fije un momento para conversar con ellos. Para ayudar a que los niños aprendan a gestionar las emociones es necesario estar conscientes de que este aprendizaje debe ser realizado por ellos, a través de un proceso que les entregue cierta autonomía, para pensar en cómo actúan y cuáles son las consecuencias de sus actos. Reflexionar por ellos interfiere en su desarrollo emocional y suele crear una actitud rebelde

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